martes, 12 de septiembre de 2017

EL OTRO



Fredric Brown (Cincinnatti, 1906- Tucsa, Arizona, 1972) escribió relatos policíacos y de misterio. Sin embargo es considerado el maestro indiscutible del relato supercorto (SS, ‘super-short stories’) en el género de la ficción científica o futurista. Humor negro, imaginación portentosa y dominio económico del idioma son valores que le sitúan a la altura de grandes escritores norteamericanos del XX como Bierce o Salinger. Se casó dos veces y tuvo dos hijos. Ejerció como periodista y fue aficionado a la flauta, el ajedrez, el póquer y los relatos de Lewis Carroll.

He aquí una muestra de su arte. El relato en su inglés original puede hallarse en:

http://www.juntadeandalucia.es/averroes/vertie/ensen/sentinel.htm


Fredric Brown

CENTINELA

(traducción, J. Biedma)

Estaba húmedo, lleno de barro; tenía hambre y frío y me hallaba a cincuenta mil años de luz de casa.

Un sol extranjero producía una gélida luz azulada y la gravedad, que era el doble de aquella a la que él estaba acostumbrado, hacía del menor movimiento un cansancio penoso.

Después de decenas de millares de años este rincón del universo no había cambiado en absoluto.

Era muy cómodo para la aviación, con sus brillantes naves y superarmas; pero cuando se llegaba allí, tocaba a la infantería tomar y conservar la posición, palmo a palmo y costase la sangre que costase. ¡Precisamente eso sucedía en aquel maldito planeta de una estrella de la que no habíamos oído hablar hasta que aterrizamos allí! Y, ahora, era terreno sagrado porque el enemigo había llegado.

El enemigo, la otra única raza inteligente en la Galaxia…, cruel, repulsiva, criaturas espantosas, monstruos horribles.

El primer contacto había tenido lugar en el centro de la galaxia, tras la colonización lenta y dificultosa de unos doce mil planetas; la guerra estalló inmediatamente; dispararon sin intentar siquiera un acuerdo, una solución pacífica. Tuvimos que luchar con uñas y dientes.
Estaba empapado, cubierto de barro y tenía hambre y frío, el día era crudo, soplaba un viento tan fuerte que me dolían los ojos. Pero los extranjeros estaban tratando de infiltrarse y cada puesto avanzado era vital.

Estaba alerta, con el arma preparada. A cincuenta mil años-luz de mi país, luchando en un mundo extraño y dudando de si salvaría el pellejo para volver a mi hogar, con mi mujer, con mi hijita.

Entonces vi a uno de ellos arrastrándose hacia mí. Apunté mi arma y abrí fuego contra él. El enemigo dio ese grito horrible y extraño que ellos dan. Luego, un silencio sepulcral. Estaba muerto. El grito y la visión del cadáver me hicieron estremecer. Con el tiempo, muchos de los nuestros se habían acostumbrado, no se fijaban en eso, pero yo no. ¡Eran criaturas espantosas, horribles, con sólo dos piernas, dos brazos, dos ojos, y aquella piel de un blanco nauseabundo y sin escamas!




Cuestionario

¿Cree que somos la única especie inteligente del universo?
Si encontrásemos a otros seres inteligentes, ¿serían como nosotros?, ¿cree que nuestras relaciones con ellos podrían resultar pacíficas?
¿Explique cómo consigue el escritor producir un efecto de sorpresa en el lector?


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