sábado, 8 de mayo de 2021

LUNACIONES

 

XVIII arcano del Tarot


Muchos pueblos y culturas contaron el tiempo por lunas, o por meses lunares. Al menos eso decían Julio César y Plinio de los celtas, aunque no está claro qué entendían sus druidas por "lunación", si sería lo que hoy entendemos por ella, o sea, aproximadamente 29 días y medio, de las cuales lunaciones, o sea cada uno de los giros completos que da la Luna alrededor del planeta Tierra, habría doce en un año solar con diez días y tres cuartos de día más. No deja de congeniar con esto el hecho de que los antiguos babilonios contaran en unidades de doce. Todavía compramos los huevos por docenas o medias docenas. Se descubrió un calendario romano de lunaciones del siglo I antes de Cristo en Coligny. El primero de los días de nuestra semana ha conservado el nombre del satélite y se llama lunes.

Sorprende que en alemán y, en general, en las lenguas sajonas incluyendo al inglés y holandés, el sol sea femenino (die Sonne) mientras que la luna es masculino (der Mond). En las culturas mediterráneas la Luna tuvo su propia sublimación divina y femenina en la figura de una diosa, bien es cierto que la romana Selene quedó asimilada a Diana. Y la Luna cuelga de muchas faldas o se representa al pie en muchos iconos de la Virgen María.

Tampoco en las cartas del Tarot la silueta de la Luna recuerda necesariamente un rostro femenino. Ilumina a media luz la figura de un cangrejo sobre barro rojizo y dos castillos ribeteados de oro. Tiene un sentido negativo y lúgubre, los perros le aúllan, tal vez aludiendo a la fantasía arbitraria e impresionalidad imaginativa, connotación que recogen nuestros adjetivos lunático o lunática. Tildamos de lunera a una persona de estados de ánimo inconstantes y talante imprevisible, que padece ciclotimia, porque, como la luna, se muestra unas veces iluminada y otras obscura, pero casi sin solución de continuidad, no sabiendo en el trato con la personalidad lunera a qué atenerte.

Abraxas y Apistopistus. Johannes Macarius.
Amberes, 1657. Escarabajo antropomórfico
con una T inscrita, símbolo de su hermafroditismo.


En el complejo simbolismo de la Luna se pensó que nuestro satélite recogía las almas de los muertos. Durante tres días la Luna desaparece del cielo, pero al cuarto día renace... La idea del viaje a la Luna después de la muerte -explica Mircea Eliade- se ha conservado en culturas avanzadas, en Grecia, India o Irán. El pitagorismo proyectó toda su teología astral y geografía mítica sobre planos celestes: Sol, Luna, Vía Láctea; la Luna, país de los muertos y receptáculo (re)generador de las almas.

En la astronomía antigua la esfera cristalina donde se inscribe la Luna alrededor de la Tierra fija la frontera entre los estelares mundos etéreos y los orbes imperfectos o sublunares, cuyos cuatro elementos materiales (tierra, aire, agua y fuego) son inferiores y más espesos y obscuros que la quinta esencia sutil e intemporal del éter.

El escarabajo sagrado de los egipcios, escarabajo pelotero, encarnaba el principio hermafrodita en forma de T, pues se creía que se engendraba a sí mismo, formado de Osiris-Sol e Isis-Luna. La pelota de estiércol que el coleóptero hace rodar sobre la tierra era símbolo del sol naciente, de la aurora. Ambos, el Ouroboros, la serpiente que se coge su cola con la boca formando un círculo y el escarabajo son expresión del "hen to pan": la eterna metamorfosis de lo inmutable.

En la mística alquímica, el mercurio (Luna, agua, tinieblas) y el azufre (Sol, fuego, luz) corresponden a los principios femenino y masculino. Kircher y Goethe interpretaron la generación de los colores como resultado de esta unión entre luz solar y sombras lunares. el alquimista Ulmannus en su Libro de La Santísima Trinidad (s. XV) establece un paralelismo entre la charitas (caridad) y la plata de la Luna.

El jesuita A. Kircher en su Musurgia universalis describe el mundo como organismo vivo dotado de procesos metabólicos y relaciona el Sol con el corazón y la Luna con el cerebro. La Naturaleza, representada como una mujer desnuda de hermosa y larga cabellera, "nodriza de todas las cosas" lleva en su pecho el Sol verdadero y en su vientre la Luna, que significa su matriz, el espíritu de la Luna es el filtro por donde llegan a la Tierra los fecundos espíritus astrales.

El Sol ha menester de la Luna como el gallo de la gallina. El producto es el huevo filosófico que recibe el nombre de Latona en referencia a la madre de Apolo y Diana. Para los filósofos -escribe Michael Maier (Atalanta fugiens, 1618), Sol, Luna y Latona son todo uno, pues han nacido de un solo huevo y también los ponen.

El huevo filosófico



La Luna, por ser interpretada como mujer, tiene el periodo menstrual normal de las mujeres, la misma palabra "menstruación" hace referencia al mes lunar. La relación mágica de la Luna con la menstruación es intensa y extensa. Cuenta Robert Graves (La Diosa Blanca, X) que las brujas de Tesalia usaban como pernicioso rocío lunar la primera sangre menstrual de una doncella, tomada durante un eclipse de Luna. Plinio dedica todo un capítulo de su Historia Natural a las virtudes negativas y positivas que la amplísima superstición romana atribuía a la mujer menstruante. Su contacto podía secar las vides, la hiedra y la ruda, decolorar un paño purpúreo, hacer que las abejas abandonasen su colmena y que abortasen las yeguas; pero también podía librar a un campo de sus plagas si la mujer con el periodo lo rodeaba desnuda antes de la salida del Sol y calmar una tormenta marina mostrándole sus órganos genitales, curar forúnculos, erisipela, hidrofobia y hasta la esterilidad.

Las culturas semitas, fuerte y hasta violentamente patriarcales, suponen "impura" a la mujer cuando menstrúa. En el Talmud se dice que si una mujer con la menstruación pasa entre dos hombres uno de ellos morirá. En la última parte (Dicta brevia) de la Nueva Filosofía (1587) de Oliva Sabuco, que seguramente como su padre el bachiller Sabuco de Alcaraz nació de familia sefardita conversa al cristianismo, "el menstruo de la mujer y sus reliquias" se incluyen en una relación de venenos.

Estas creencias, combinación de ignorancia, temor y fantasía, han llegado hasta nosotros. Mi abuela, que me cantaba "esta noche, señorita Luna, he venido a confesarme con usted..." mientras me sostenía en sus rodillas, no hacía mayonesa los días que estaba menstruando porque creía que necesariamente se cortaría. Las creencias son tan efectivas como las ideas: como la inocente mujer se ponía nerviosa y hacía la mayonesa a mano, sus temblores provocaban que la salsa le saliese mal y el huevo y el aceite no aglutinaran de forma adecuada.


Flor y fruto inmaduro e la zarzamora


Robert Graves asocia a la Diosa Triple del Neolítico con las fases de la Luna: Luna Nueva es la diosa blanca del renacimiento y crecimiento; la Luna Llena, la roja del amor y la batalla; y la Luna Vieja, la diosa negra de la muerte y la adivinación, un tal Polido la comparó con el fruto de la zarzamora que también cambia tres veces de color y fue consagrado a la Diosa Triple. El relato más completo e inspirado sobre esta diosa aparece en El asno de oro de Apuleyo, Graves lo recoge íntegro en su obra sobre La Diosa Blanca (I, IV), 1948.

La diosa Luna de Delos, Brizo (apaciguadora), indistinguible de Leto, puede ser identificada con la triple diosa hiperbórea Brigit, cristianizada luego como santa Brígida. Una de las etimologías que se proponen para el nombre "Europa" lo hacen significar "rostro ancho", sinónimo de la Luna llena, que fue título de las diosas lunas Deméter en Lebadea y Astarté, la diosa fenicia de Sidón.

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