domingo, 11 de febrero de 2018

TÓPICOS SOBRE EL AMOR

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El romanticismo tiene su encanto, tuvo sus grandes expresiones artísticas. Fue una reacción justificada contra el racionalismo, porque el corazón tiene sus razones que la razón no comprende. Pero también el diablo puede mostrarse encantador. Su seducción es indiscutible. Hay quien dice que los ritmos de la naturaleza son divinos, pero que la melodía del mundo natural la puso el diablo. La vida se alimenta de la muerte y el dolor es su gran maestro.


El diablo desea hacerse el dueño de nuestra alma. El héroe del movimiento romántico alemán, "Tormenta y empuje", el joven Werther inventado por Goethe, acaba suicidándose ante la imposibilidad de realizar un amor imposible. Los amores románticos suelen acabar mal. Las noches de nuestro romántico escritor don José Cadalso fueron lúgubres. El don Juan de su tocayo Zorrilla es un héroe romántico, un señorito jaranero que engaña, goza y abandona a las mujeres sin el menor escrúpulo. Dudo mucho que sirva para padre, aunque da mucho juego como protagonista de la farsa vitalista, incluso alcanza a ser con Kierkegaard héroe existencial.

Y es que por naturaleza no somos ni buenos ni pacíficos, dijera lo que dijera el pre-romántico Rousseau. Por naturaleza somos amorales, fieras bípedas con una capacidad indiscutible para la caza y la crueldad. Para el macho depredador, para el salvaje, solo o en manada, la hembra bien puede ser algo similar a una presa. De hecho, no es casual que las metáforas cinegéticas hayan ocupado siempre un lugar central de la literatura erótica.

Lo dejó escrito la gran filósofa malagueña, y universal, María Zambrano:

"La paz verdadera, no nace del instinto, del hombre en estado de naturaleza. En la tragedia del estado de naturaleza lo más natural es la guerra, la discordia... La paz no puede realizarse más que por el camino de la razón o por el de la religión".

Preferiríamos decir que la capacidad para la concordia, el respeto mutuo, la amistad duradera, el amor satisfactorio fértil y paternal, más bien procede de la buena educación y del civismo aprendidos como hábitos sociales, es decir, son excelencias o virtudes morales, no disposiciones innatas. Por naturaleza no somos ni buenos ni malos, pero por naturaleza, si nos educamos y somos educables, podemos llegar a ser buenos amantes, buenos esposos y buenos padres o madres de familia.

He aquí unos cuantos tópicos románticos sobre el amor, que pueden resultar peligrosos si una se deja llevar por un extremo desprendimiento de los propios intereses, y por "intereses" nos referimos a la salud, la libertad y la dignidad, bienes inalienables de la persona.

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Algunos peligrosos tópicos sobre el amor:

1. "El amor lo puede todo"
- Pues no, de hecho, cuando la miseria entra por la puerta el amor suele saltar por la ventana. Y los comportamientos heroicos, tipo Madre Teresa de Calcuta, no son universalmente exigibles, aunque los ensalcemos como propios de una santa. Mas santo no significa tonto o tonta.

2. "Por amor haría cualquier cosa". 
- ¿Sí? ¿De verdad? ¿Hasta convertirte en cosa, un mero instrumento para el placer o la utilidad de otro? Si te dejas tratar como un objeto, "tía", "tronca", no te extrañe que se calienten con tus astillas cuando tengan frío. Primero te humillarán y luego te destruirán. Ser persona significa precisamente no dejarse tratar nunca sólo como cosa.

3. "Es celoso porque me ama". 
- Pues no, una cosa es sentir celos, cosa muy natural, y otra bien distinta querer adueñarse por completo de otro ser humano. Si te quisiera de verdad, no querría ser tu propietario, sino tu amigo, tu amiga, tu íntimo, pero dejándote ser tú misma, lo que pienses que te conviene ser, igual que si amas de verdad la rosa, no la cortas para que muera prematuramente encerrada en un jarrón. "Amor libre" es un pleonasmo; el amor, o es libre, o no es. Es normal sentir celos, pero también es sensato guardárselos, y no dejar que nos dominen como una pasión funesta (la de Otelo, el moro de Venecia de la tragedia de Shakespeare, que acabó matando a su esposa sospechando un adulterio que ella no cometió).

4. "Si le quiero, tengo que contárselo todo". 
- ¡Pues tampoco! Tu corazón es un tesoro, si lo vacías de golpe, puede que te arruines. Es interesante conservar el misterio de la propia intimidad, y conservar la capacidad para ser feliz en recogimiento, en soledad elegida, tener aficiones propias... No todo lo puedes compartir con tu pareja... Tampoco puedes esperar que él o ella lo comparta todo contigo. Hay que buscar afinidades para compartir, pero respetando sus particulares ocupaciones, relaciones e intereses.

5. "Como le amo, tengo que hacer cuanto me pida". 
- No, y en ningún caso debes obedecer cuando te pide que vayas contra tu salud, tu libertad o tu dignidad. Tampoco es razonable aceptar que te aíslen de tus relaciones familiares o que te pidan exclusividad.

6. "A mí nunca me va a maltratar". 
- Sólo los dioses tienen derecho a decir "siempre" y "nunca". Nosotros, los humanos, cambiamos. Y el príncipe de hoy puede transformarse en el sapo del mañana. (Por suerte, también sucede lo contrario, a veces).

7. "El maltrato en la pareja sólo ocurre entre personas mayores". 
- Pues resulta que las estadísticas dicen otra cosa, que por desgracia se da mucho machismo entre adolescentes y jóvenes. Despersonalización de las relaciones, cosificación, amenazas, insultos, maltrato.

8. "Si le quiero debo acostarme con él cuando me lo pida". 
- Mejor cuando lo desees, te sientas preparada, estés segura... El consejo vale para cualquier sexo u orientación sexual.

9. "Las chicas y chicos ya somos iguales". 
- Por desgracia, aún queda un trecho para eliminar el machismo secular, negociar con sensatez las tareas domésticas, eliminar la brecha salarial, compartir la ética del cuidado, garantizar la igualdad de oportunidades...




Bibliografía

- María Zambrano. Hacia un saber sobre el alma. Alianza, 2004.

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