martes, 12 de septiembre de 2017

IGUALDAD Y DIFERENCIA




Los seres humanos no somos iguales por naturaleza. Nacemos más bajos o más altos y nuestras disposiciones y aptitudes son distintas, según nuestro biotipo y nuestro temperamento, según el “oscuro azar de los genes”. Además, a unos los nacen en pesebre de oro y a otros en un establo. Como ha explicado J. A. Marina, en nuestra personalidad heredada debemos integrar nuestra personalidad aprendida (muy dependiente del ambiente familiar, el acceso a la instrucción, los Medios masivos de comunicación…) y a todo eso hay que añadir -lo más decisivo y creativo- nuestra personalidad elegida, que libremente nos imponemos a nosotros mismos con esfuerzo y ejercicio: lo que somos porque queremos libremente serlo.


Integrar armónicamente estas tres dimensiones de nuestra personalidad es tarea ardua, urgente e importante, porque de que lo consigamos -nunca del todo- depende en gran medida nuestro bienestar y felicidad.

Hombres y mujeres; machos, hembras o hermafroditas; nuestros cuerpos y cerebros son también distintos, diferentes. El alma femenina no siente ni piensa como la masculina. ¡Y viva la diferencia! No hay que confundir estas diferencias con una diferencia de dignidad o valor, ni usarlas como pretexto para la discriminación social o política. Hombres y mujeres debemos ser tratados iguales ante la ley, y es exigible que al mismo trabajo corresponda la misma retribución.

Asimismo, en una realidad social en que las mujeres acceden -muchas veces por necesidad y no de grado- al mercado de trabajo, es también razonable que la dedicación a las tareas domésticas, tan útiles y valiosas como mal consideradas a causa de prejuicios muy enraizados, y peor retribuidas, se negocien y compartan.

Es evidente sin embargo que las disposiciones para ciertas tareas son distintas a causa de la evolución natural (filogenia) de nuestra especie. Es evidente que durante miles de años fueron los varones quienes cazaron o hicieron la guerra, y las mujeres quienes recolectaron o cuidaron del hogar y de la primitiva educación de los hijos. Y es útil que tengamos en cuenta estas diferencias, al menos como propensión natural, hecho histórico o probabilidad estadística.

A continuación, un cuadro sobre tareas que, en general, realizan mejor y peor los hombres y las mujeres.

Igual dignidad, diferentes disposiciones
(estadísticas)


Cuestionario

1. Los hombres y las mujeres, ¿nacemos iguales? 2. Distinga entre personalidad heredada, aprendida y elegida? 3. ¿Heredamos la sexualidad, y el género? 4. Por qué es importante que las tres personalidades, así como el temperamento innato y el carácter adquirido, armonicen? 5. ¿Hay personas que tienen sexo masculino y género femenino? ¿Y sexo femenino y género masculino? 6. ¿Qué es un hermafrodita?, ¿y un andrógino? 7. ¿Son iguales la mente masculina y la femenina? 8. ¿En qué deben ser iguales los varones y las mujeres? 9. ¿Qué tareas realizan en general mejor las mujeres que los varones? 10. ¿Qué tareas realizan en general peor? ¿Cuál puede ser la causa? 11. ¿Cree usted que las mujeres sólo sirven para estar en casa? 12. ¿Deben los varones hacerse cargo de tareas domésticas? 13. ¿Deben las mujeres trabajar fuera de casa o buscar un trabajo retribuido?

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